domingo, 4 de noviembre de 2007

LOS PALACIOS REALES DE BURGOS

Cuando se habla de palacios reales románicos se suele pensar en obras como el palacio de los reyes de Navarra en Estella, el palacio de los reyes de Aragón en Huesca o el palacio real del monasterio de Carracedo. Asimismo son visibles restos del palacio imperial de Alfonso VII en la ciudad de León. En la ciudad de Burgos, capital en esta época de Castilla, debió de haber necesariamente palacio real, del que aparentemente no queda nada. En realidad, no hubo un solo palacio románico, sino dos; y todavía son visibles sus posibles restos disimulados en construcciones posteriores; si incluimos el primer siglo del gótico, en Burgos hubo un total de tres palacios reales antes del siglo XIV.

El rey Alfonso VI de Castilla es el promotor de la primera catedral de Burgos, la románica, a cuyo lado había levantado un palacio, que dona en este momento al episcopado y que parece ser que cumplió desde este momento funciones mixtas de palacio episcopal y real. Cuando Fernando III el Santo emprende la construcción de la catedral gótica que vemos en la actualidad dona para ello los terrenos ocupados por el antiguo palacio real, que resulta, así pues, destruido; sin embargo, quedan algunos restos que se incorporan posteriormente al Palacio Arzobispal. Con la demolición de este a principios del siglo XX quedan expuestos estos restos románicos, que actualmente se encuentran en el lado norte de la Plaza del Rey san Fernando, adosados a la catedral y disimulados por la restauración de Vicente Lampérez posterior a esta demolición.

La parte principal es una estancia cubierta por bóveda de cañón levemente apuntada con arcos fajones, de considerable longitud y con aspecto de cripta, que se utiliza actualmente como taquilla y tienda de la catedral. Sobre ella se encuentran dos arcos apoyados en columnas dobles que aparentan haber pertenecido a un claustro o a un pórtico. El carácter tardío de los elementos es lo que hace más dudosa su pertenencia a la construcción de Alfonso VI, por lo menos a la original; es posible que pertenezcan a una reforma o al primer palacio arzobispal.

Posible palacio de Alfonso VI. Cripta

Posible palacio de Alfonso VI. Arcos

Cuando Alfonso VIII contrae matrimonio con Leonor de Plantagenêt a finales del siglo XII, parece ser que esta no se encuentra a gusto en el palacio urbano (seguramente el de Alfonso VI), con lo que se decide la construcción de uno más confortable a las afueras de la ciudad. La vida de este palacio sería corta, ya que unos años más tarde es convertido por los reyes en el Real Monasterio de las Huelgas. Si bien las monjas se alojan en un principio en las antiguas dependencias palatinas, enseguida se emprende la construcción de un gran monasterio de estilo gótico incipiente, por lo que este palacio también es destruido.

Parece ser que algunos elementos de la obra sobrevivieron; así, es posible que la capilla de la Asunción, de estilo almohade-románico, perteneciera a él. Junto al Pórtico de los Caballeros se encuentran unas arcadas con aspecto de pertenecer a un pórtico románico y que algunos identifican también como parte de este palacio.

Monasterio de Las Huelgas. Pórtico, posiblemente del palacio de Alfonso VIII

Finalmente, en época gótica (mediados del siglo XIII) se levanta un tercer palacio en el castillo de Burgos, conocido como de Alfonso X. A pesar de la destrucción del castillo en la Guerra de la Independencia, las fotografías antiguas indican que a mediados del siglo XIX todavía eran bastante visibles los restos de la construcción, que poseía una fachada con dos cuerpos de grandes arcos apuntados. Sin embargo (gracias seguramente a que las ruinas, como muchas otras, eran una inmejorable "cantera de piedra labrada") hoy en día solo quedan de él los cimientos.

Castillo de Burgos. Restos del Palacio de Alfonso X

1 comentario:

Juan Nadie dijo...

Muy interesante el tema de los palacios, que seguramente poca gente conoce.