miércoles, 30 de abril de 2008

RESTAURACIÓN EN BENAVENTE

Por fin han desaparecido los andamios que cubrían los cinco ábsides de la imponente iglesia de Santa María del Azogue de Benavente. La restauración de los ábsides, llevada a cabo por la Fundación del Patrimonio Histórico de Castilla y León, ha comportado además el descubrimiento de la cubierta original de losas de piedra conservada casi en su totalidad.

Ahora bien, "para proteger del agua las cubiertas originales y el templo" se ha tapado el descubrimiento con otra capa, nueva, de piedra más resistente a la humedad.

No sé que pensar. Por una parte, lo de la impermeabilidad seguramente es cierto e importante. Pero por otra, descubrir las cubiertas originales para luego volverlas a tapar... no sé, deja como "con la miel en los labios". ¿Qué os parece?

domingo, 13 de abril de 2008

EL ROMÁNICO DEL SUR

Muchas veces pensamos que el Románico español es patrimonio exclusivo del norte de España, es decir, de la zona del país controlada por reyes cristianos. Situamos, en todo caso, los límites en el norte de la Meseta Sur. Efectivamente, a finales del siglo XI la frontera cristiana está en esta zona: Toledo cae en 1086.

Pero no hay que olvidar que las influencias románicas en el arte se extienden hasta mediados del siglo XIII, y que en estos momentos la llamada Reconquista casi estaba finalizada: la Corona de Aragón había completado su expansión peninsular y la de Castilla ya había traspasado el Guadalquivir.

La Península Ibérica a mediados del siglo XIII

De modo que, aunque a primera vista nos pueda resultar chocante, bien mirado no es tan extraño encontrar edificios todavía bastante románicos en el sur de España. Aunque hay que admitir que son pocos, lo que se debe seguramente a que la edificación de monumentos no se inició hasta tiempo después de consolidada la presencia cristiana, ya casi en el siglo XIV, y a que los autores que mantenían elementos románicos en sus obras eran (como norma general con muchas excepciones) muy locales y probablemente no se desplazarían muy lejos, no viajarían al sur para aplicar sus técnicas.

Entre los edificios que se conservan en estas regiones se pueden mencionar las "iglesias fernandinas" de Córdoba, ya esencialmente góticas, y, más románicas, las de las localidades jiennenses de Úbeda y Baeza y la Puerta del Palacio de la Catedral de Valencia.

Es de esta puerta de lo que vamos a hablar ahora. Se trata, a pesar de lo tardío de su onstrucción, de una obra de primera fila; según dicen, con probables relaciones con la catedral de Lérida. Sus dimensiones son considerables (unos seis metros de alto) y la decoración es exquisita: en los capiteles, escenas bíblicas encerradas en marcos arquitectónicos; en las arquivoltas, una sucesión de ángeles bajo arcos; en las impostas, delicada filigrana vegetal que encierra animales diversos.

Catedral de Valencia. Puerta del Palacio

Puerta del Palacio. Columnas del lado derecho

Puerta del Palacio. Arquivolta

Remata la puerta una cornisa con catorce canecillos que representan cabezas masculinas y femeninas entre las cuales hay metopas con parejas de nombres. Dice la tradición que representan a las siete parejas que encabezaron la repoblación de Valencia.

Puerta del Palacio. Canecillos

jueves, 3 de abril de 2008

LOS SARCÓFAGOS PALEOCRISTIANOS DEL MUSEO DE BURGOS

Los aficionados al Románico solemos abarcar también los estilos altomedievales que lo preceden, como, en el caso de la Península Ibérica, el visigótico, el asturiano y el mozárabe. Sin embargo, no solemos (al menos, yo) prestar tanta atención a la cultura previa a la caída del Imperio Romano.

Sin embargo, esta cultura no sólo trasciende los límites de la edad Antigua para entrar de lleno en la Edad Media (los visigodos, herederos de la dominación romana en la Península, adoptaron la cultura de los últimos y, de hecho, no desarrollaron un estilo artístico propio, que se sepa, hasta bien entrado el siglo VII), sino que es el seno en el que, sobre todo desde su oficialización (hecha definitiva en el año 381), nace la cultura cristiana que será la dominante, y el elemento de unión entre las distintas regiones, en la Europa medieval.

En algunas piezas de finales del Imperio Romano o principios de la época visigoda se pueden observar ya elementos cristianos; es el caso de los sarcófagos encontrados en la región burgalesa de la Bureba y expuestos ahora en el Museo de Burgos.

El primero de ellos, según nos cuenta la Guía del Museo de Matías Martínez Burgos (1935), es un "sarcófago exento, recuadradas por filetes sus cuatro caras y flanqueadas de vides; en la anterior se desarrolla una escena que parece ser la Adoración de los Reyes, detrás de los cuales hay, en bajorrelieve, un castillo cónico y la simbólica palmera con la liebre".

Museo de Burgos. Sarcófago paleocristiano

Más interesante es el segundo sarcófago, que también describe esta guía, explicándonos además su simbología: "Son símbolos conocidos en este sarcófago el crismón (Jesucristo), la vid que flanquea todas las caras (el mismo Jesucristo: Ego sum vitis), la guirnalda y la palmera (la victoria), la liebre (el alma humana); escenas claras las del pecado de Adán , la del sacrificio de Isaac y la del Buen Pastor, que se desarrollan en la cara posterior del sarcófago; pero son de oscura interpretación las demás, relacionadas quizá con la vida del difunto."

Museo de Burgos. Sarcófago paleocristiano. La primera fotografía es de 1935 y la segunda, de 2007

Es interesante comparar este imaginario con el que perdurará en siglos posteriores. La mayoría de las escenas figuradas, como la Adoración de los Reyes o el Pecado de Adán, seguirán siendo corrientes, como también el símbolo del crismón. Perderá importancia, en cambio, la imagen de Cristo como el Buen Pastor, tan frecuente, al igual que el anterior, en la época paleocristiana.

Las hojas de vid siguen siendo un elemento importante en el arte visigodo (Quintanilla de las Viñas, s. VIII [?]), y en el Románico, si no específicamente estas, el follaje es abundante en la escultura. En cambio, la palmera y la liebre "pasan de moda" y son reemplazadas por otros símbolos. Podemos trazar una evolución entre estos sarcófagos, "padres" entre otros de la iconografía medieval, y la escultura y la pintura románicas, en la que aparecerán temas nuevos y nueva simbología, y dejarán de usarse algunas representaciones.

Además de los anteriores se conserva en el Museo de Burgos media tapa de sarcófago, coetánea a ellos, con la cabeza esculpida de un niño.

Museo de Burgos. Tapa de sarcófago